Una princesa sobre el océano.

Hoy, yendo por la playa, lleno de seres respirando amor, niños y niñas, madres con sus bebés, o padres con su niño sobre los hombros... Me di cuenta de tantas cosas...
Una de ellas, es que lo mejor, es la libertad. Sin ella, sin un amor sin libertad, no hay felicidad.
Me di cuenta de lo frágil que son las emociones, que se hacen humo cuando se enciende el otro cigarrillo, y así sucesivamente...
Había una princesa dialogando con ese ser invisible, con su hada; y en su mente, estaba él.
Me percaté de mi reacción cuando estoy ansiosa, o emocionada por algo: con mis manos, me acaricio el cuello, como esperando relajar algún sentimiento para que fluya y salga, llorando, o conversando, ¡pero que salga!
Noté que la espera, la espera nos acumula un sin fin de cosas hermosas, que no son eternas, y por lo mismo se aprovechan hasta no dar más...
Palpé la vida en latidos, que en cualquier minuto se detienen, y hasta ahí llegó todo. Hasta ahí llegamos todos. Al menos 'en este envase físico'.
No dejemos que lo que hay 'allá afuera' ensucie lo de nuestro interior, que no se lo merece.
Libertad.
Hoy me sentí tan libre...
Como para tirarme en la arena, y ponerme a volar, sobre el océano, sin que ni la industria, ni tantas otras cosas, tocaran un centímetro de mi...

2 han escrito lo que sienten:

vixen dijo...

Buenos escritos..
seguire tu blog

Anónimo dijo...

(:
Yo pienso que lo que pasa con tu cuello es como cuando.. ehm.. como cuando en los monitos, las mangueras se doblan, y lo que va fluyendo por ellas, se empieza a estancar, y como que se agigaaanta asi supermucho... no tanto así en tu cuello :3 pero por eso lo acaricias, para hacer que todo fluya, que nada se quede ahí.

pepe (:*

 

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