Aparente maternidad.

Soledad...
Soledad es todo lo que encuentra, todo lo que llena cada rincón de su habitación... Y ella.
Siente que ni siquiera su yo interno la acompaña...
Errores... Sólo errores juegan con su alma... Y la desbordan... Como si fuera cualquier cosa... Como si fuera una cualquiera.
Sucia... Percibe como su corazón se ha manchado con esos besos, esas caricias, ese sexo que nunca, nunca debió contraer. Pero no fue su culpa...
Jamás le dijo aquél joven de aspecto sencillo, culto y educado que lo que expresaba era solo una ilusión, una mentira... ¿Y ahora?
Ahora qué...
Ahora se encontraba sola, como no debió estarlo nunca.
Pero ni su madre fue un buen ejemplo... Por que entre apoyarla a ella, o trabajar en sus grandes proyectos... Le iba demasiado bien en su trabajo, y así podía darle 'una gran vida' a su única hija, mientras ella todo lo que buscaba era un poco de amor... Tan solo un poco... Como esas palomas que se conforman con una migaja de pan en la plaza de en frente...
¿Cómo le diría: 'Mamá, me acosté con un chico que dobla mi edad, y ahora tal vez estoy embarazada'? Maldito.
Maldito él, maldita ella. En ese momento odiaba su vida... ¿Qué podría ser peor?

Comenzó a sollozar...
El ambiente del dormitorio era lóbrego, oscuro. Su pieza, la que todas sus amigas admiraban por su feminidad, no era más que un manicomio horrible, con una loca dentro, que no hacía más que lamentarse... Llorar y llorar... Como si las lágrimas fueran a lavar su alma... Como si la inocencia que se desarrollaba en su vientre tuviera culpa alguna de todo lo que le estaba pasando... Como si su vida, se hubiese ido con la inocencia de su primera vez... Con él.

La rodeaba solamente la desesperanza, el miedo. Ya nada le dolía... Ahora solo un escalofrío la recorría por completo.
Tomó un frasco de Mirtazepina, un antidepresivo de su madre... Lo abrió, y comenzó, una a una... Hasta desvanecer... Con el cuerpo aún cálido, con su rostro aún húmedo... Con un atardecer tímido que entraba por su ventana, hasta que llegó su madre, y sin explicación alguna, como nunca lo hacía, entró a la pieza de Malva, debió haber sido un 'presentimiento', o es que el mismo silencio le gritó lo que vendría...
Su pánico ante la escena fue inexplicable... Su única hija, su única familia, estaba frente a sus ojos, inerte, adormecida completamente. La tomó, le dio una bofetada en la mejilla, pero nada... no reaccionaba. No supo que hacer... Y es que no había más nada que hacer... Ni su llanto desesperado, ni su perdón, ni su angustia, ni sus besos sin sentidos, ni su terror la despertarían.

Muy tarde, muy... Le dio el abrazo que durante catorce años esperó... Catorce fríos años con todo lo material que una pre-adolescente quiere, solo por capricho, y que su mamá le da, para sentirse 'mejor mamá'...

5 han escrito lo que sienten:

JUAN, manuel ☮ dijo...

una historia, de muchas u.u
es triste :/ ...
tus historias son tan reales, flan .
nose que comentar x3
fin♥ xd

Intento ser feliz dijo...

Que hermosa historia, es una historia casual de estos tiempos /:
admiro lo que escribes fran *-*

Anónimo dijo...

Creo que ese escalofrío lo he sentido,más de una vez..
Y aunque no me gusta el negro para los fondos, me gusta como se ve tu blogcito así, aunque igual da miedo, porque ahora si que está oscuro abajo de tu cama, totalmente, sólo las letras alumbran un poquito.

pepe(:*

Belén dijo...

Es una historia muy triste pero muy típica, el esperar por fin el abrazo que te tendrían que dar antes...

Besicos

Anónimo dijo...

Uno puede elegir lo que hacen los personajes. ¿Por qué elegir eso pequeña Franelí? Uno puede elegir, elegir que la madre es buena, elegir que su primera vez fue con la persona amada, elegir que ese niño, el hijo de ella tiene un futuro esplendoroso. Entonces, ¿Por qué elegir eso?
Es extraño... las historias tristes te atraen, juegas mucho con ellas. Me gusta como te desenvuelves en todo ese ambiente.
Feliz Año...

 

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