Un deseo



Toqué la puerta con la punta del zapato azul, cuatro veces. No salió. El guardia del edificio me decía que estaba allí, que insistiera.
Insistí.
-¿Quién es? -sonó deprimido desde el otro lado de la pared, sin intención alguna de abrir, o al menos de ser cortez.
-Soy yo Alex... -dije. Sentí que entendería.
Entendió.
Luego abrió la puerta, lentamente.
-¿Ana? -fingió no reconocerme entre la oscuridad que formaba el interior de su departamento y el pasillo donde yo me encontraba.
-Feliz cumpleaños -susurré.
-Oh, hasta yo lo había olvidado... -dijo haciendo el gesto que los niños desepcionados hacen cuando sus papás fingen haber olvidado su cumpleaños.
-¡Pide un deseo! -le animé.
Cerró sus ojos. Solo la luminosidad de las velas que habían en el minipastel, alumbraban su rostro, tan indefenso... Y por un momento recordé una noche de verano, cuando nos quedamos ahí, en ese mismo departamento, nos acomodábamos en el sofá café, y se dormía mientras veíamos la película. Yo tampoco la veía, mil veces prefería mirarle a él.
-Quédate -interrumpió.
-¿Ah?
-Que te quedes.
-¿Es tu deseo de cumpleaños?
Abrió los ojos... Su ternura hipnotizaba.
-Es mi deseo, sólo mi deseo -sonrió.

2 han escrito lo que sienten:

pepe dijo...

es como un deseo todo en uno, como bien yo sé.. sé que entiendes.. porque una vez te dije el deseo ideal, que envuelve todo, nadie queda afuera, menos.. menos nosotros :)
super tierna ella y super tierno él (L

Dara dijo...

A Cat le parece uno de los mejores deseos del mundo.



¡Miaus llenos de mermelada de mora para ti, bonita!

 

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