No se cómo despedirme de ti

Cuando Estela llegó a casa, a eso de las nueve de la noche, encontró, en el sofá rojo, a Michelle y a su invitado, acurrucados, juntos, muy juntos. Primero entró, sigilosa, sin hacer ruido, para no despertarlos. Los observó, con ese rostro maternal tan suyo, aunque nunca tuvo hijos propios. Luego, se dirigió a la cocina, a preparar café con leche condensada, el favorito de Michelle, y pastel de frambuesa.
Él despertó primero. Se inclinó un poco, dirigió la mirada hacia la joven de la sonrisa traviesa y la contempló: blanca, semi desnuda, cálida como nunca antes, y frágil, apegada a su cintura.
Michelle despertó cuando él recorría su vientre con los dedos, y se estremeció. Lo observó por unos segundos que fueron transformándose en minutos intensos y prolongados.
Era delgado, con facciones anguladas y mirada tristona. Su sonrisa estaba al revés, y eso le causó mucha gracia. Le sonrió.
-¿Hasta qué hora los espero? -interrumpió Estela, mirándolos, quizá desde hace cuánto.
Michelle se adelantó, corriendo hasta su habitación y se rebozó con una frazada azul. Se ubicó en su lugar de la mesa y esperó a que Estela terminara de bromear a su ahijado, haciéndolo sonrojar.
Su tía, conversando cada detalle de aquélla jornada en la lavandería, acabó su comida y se fue a bañar.
Michelle miraba, silenciosa, cada gesto del joven que se había encontrado como por arte de magia ese día, cuando llegó de la tiendita.
-Michelle -murmuró él.
Ella lo observó mucho más atenta que a un principio.
-¿Qué edad tienes?
-Casi veinte -respondió.
-¿Y sabes cómo me llamo?
-No -dijo tranquila, poniéndose de pie.
Recogió los platos, las tazas, siempre pendiente de los ojos de aquél que la seguian.
Él tampoco dijo nada. Hasta que estaba en el umbral de la puerta, a punto de irse.
-No sé cómo despedirme de ti -susurró Michelle, sin mirarle.
-¿No quieres saber mi nombre?
-Hoy no -respondió, con un tono dulce, como el sabor a pastel de frambuesas que sintieron, aún en su boca, cuando ella se colgó de su cuello y lo besó, tímidamente.

4 han escrito lo que sienten:

Anónimo dijo...

ah!.. que hermoso.


no me gustan los adioses, no creo en ellos... pienso que tal vez por aqui tampoco son el hit.


me encanto.

besitos y bonito finde

Ainhoa dijo...

Es una despedida con sabor a reencutro futuro

pepe dijo...

estás en un lugar lleno de flores amarillas, no recuerdo el nombre, pero sé que son las que te gustan.
hay perros bebés, no cachorros, perros bebes.
nunca tenemos hambre ni sed.
yo estoy fisicamente y tambien a veces no me veo, pero igual sigo estando.
no sé como lo hacemos, ni sed sentimos.
pasamos frio pero nunca con malas caras, siempre decimos

uy que hace frio

sonreimos.

nunca nos pasan cosas malas.. sólo cerramos los ojos de vez en cuando y nos cuesta abrirlos, pero sin la ayuda del otro no podriamos despertar y darnos cuenta una vez más que estamos en el lugar más lindo del mundo.

juntos.

nicolini dijo...

los adioses son muy tristes
por eso no me gustan

nitol

 

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